Las cookies no son en principio perjudiciales para la experiencia del usuario cuando navega por Internet, sino muy utiles. Las páginas web envían las cookies al usuario para disponer de ciertos datos que permitan identificarle. Con ellos, el internauta se puede ahorrar tener que rellenar formularios, recordar contraseñas y nombres, repetir determinadas búsquedas, etc. En resumen, su objetivo es hacer más fácil las cosas al usuario. también pueden revelar algunos de sus datos sin informarle de ello o bien saturar su navegador y reducir la duración en la batería en dispositivos portátiles.
En consecuencia, y dado que las cookies son un mal menor que no siempre se podrá ni se querrá evitar, es conveniente cada cierto tiempo eliminarlas del navegador. Y todo ello, aunque implique tener que poner de nuevo nombres de usuario y contraseña durante unas horas, o que algunos servicios no ofrezcan determinada información que antes se daba por consabida. Otro motivo para recurrir a su borrado es que el estudio de la Comisión Europea también desveló que algunas cookies instaladas en soportes de los usuarios estaban programadas para durar hasta 8.000 años en los navegadores, algo a todas luces desmedido y sin mucho sentido.
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